El día 9 en el teatro Principal de Zaragozase ha representado un texto de Alberto Conejero, inspirado en la vida de Rafael Rodríguez Rapún –un estudiante de Ingeniería, secretario de la Barraca y compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas. Una pieza que trata de plantear las relaciones entre carcelero y encarcelado, entre el último amor de García Lorca y el propio poeta, entre los dos bandos de una guerra cerrada en falso. Un obra que no alcanza vuelo, aunque muy bien resuelta visualmente e interpretada con notable acierto, no profundiza ni conmueve. Probablemente es el texto el que no acaba de encontrar la potencia precisa. Que aparezcan referencias a Martinez Nadal, a la Barraca o a La piedra oscura no aporta mucho, son solo guiños esperando la sonrisa de complicidad de determinado tipo de público. De todos modos, siempre es un placer.
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